Estamos muy contentas de compartir con ustedes éste, nuestro primer número. Aunque, en sentido estricto, el Quiote no ha comenzado acá, pues ya antes había salido a la luz un número cero, como etapa de preparación para calcular nuestros impulsos, para ir calentando motores. Ésos con los que ahora hemos dado ya un primer paso, que no es poca cosa, del 0 al 1, con el cual confirmamos nuestra premisa: un revista como conjunto de voces para el entrecruzamiento de ideas requiere de paciencia y discusión, con los pies puestos en la camaradería comprometida y en una enseñanza mutua privilegiada por el diálogo y la caminata en común.
¿Nuestro objetivo? Desde esta pequeña trinchera compartida con ustedes, nos contraponemos a la complacencia de los medios culturales elitizados que refuerzan una visión del mundo lejana a las preocupaciones de lo común, partiendo de posiciones críticas para la toma de conciencia hacia la acción colectiva y en contra de la impunidad y precarización de las poblaciones, lo cual beneficia el robustecimiento de los dispositivos del capitalismo.
Si bien, éstos primeros textos propuestos aún tienen como rasgo su diversidad temática, iremos enfilando en números subsecuentes hacia una cierta unidad de conjunto. Ahora nos hemos concentrado en una reunión heterogénea que va desde lo musical a lo literario, pasando por las artes, la política agraria, el juego o el periodismo. El punto de partida es la celebración del nacimiento de este Quiote: la zona comestible, la delicia de la planta del maguey, el órgano que se levanta hacia el sol y la luna para que distintas especies se puedan alimentar.
Así, en el primer texto que arranca este número, Pedro Márquez dialoga sobre la identidad colectiva y una posible unificación de dicho concepto para la mejora social de nuestro país. Las significaciones de nación e identidad son constantes en este trabajo para dar pie a lo que Nava propone como pregunta clave: ¿qué es ser mexicana y mexicano?
La literatura educativa es de suma importancia para el ejercicio pedagógico. Es por ello que César Guevara nos asoma a la historia de la educación científica en México, partiendo del modelo lancasteriano y nombrando títulos que lograron el aprendizaje de los científicos de hoy, destacando la obra de José Joaquín Arriaga, uno de los primeros divulgadores de la ciencia en nuestro país.
Por su parte, la curadora Yunuén Sariego escribe acerca de la muestra La Merced resiste. Gran Om en Casa Talavera, donde da cuenta de un trabajo colectivo de diseño de carteles que plantean perspectivas sobre movimientos sociales tales como Atenco, el EZLN, las luchas feministas, la protección del medio ambiente o la defensa del maíz.
En el texto siguiente, Christian Barragán nos da muestra de un códice realizado por Santiago Robles: Se repartieron el pastel. Una obra-archivo que dialoga entre diversas técnicas artísticas y que crea un diálogo de múltiples lenguajes para ayudarnos a entender la historia socioeconómica del periodo neoliberal en nuestro país.
En la sección Calaveras y diablitos, Miguel Torres dibuja un sendero que nos entrega de lleno al paisaje mexicano, desde la contemplación y la instrospección por medio de la obra y el legado de artistas de múltiples disciplinas que capturan las voces del país a través de sus diversas escenas históricas y cotidianas.
Pavel Navarro nos ofrece la crónica duranguense de uno de los acontecimientos naturales más esperados de los últimos tiempos: el eclipse total de sol. Para ello, describe el contexto histórico y geográfico del fenómeno astronómico que pudo ser apreciado hace más de un siglo y en la actualidad en el mismo Estado del norte del país.
La lucha política, científica y cultural en contra del maíz transgénico es de importancia fundamental para nuestro país. Santiago Robles señala las ambiciones corporativas trasnacionales y nos habla del por qué la siembra de maíces modificados genéticamente comprometería seriamente la soberanía alimentaria de nuestra nación, así como de la salud de sus habitantes.
En su artículo —segunda entrega de la sección #ShowBlitzkrieg—, César Cortés Vega nos invita a reflexionar sobre el sentido colectivo de lo poético. En un ejercicio de diálogo con filósofos y escritores como Platón, Bataille y María Fernanda Alle, este trabajo nos lleva por diferentes teorizaciones sobre la poesía como acto social.
Pensar la música es un ejercicio constante y necesario, como bien lo menciona Odette Sarabia en su artículo. En él, la autora propone una reflexión sobre la importancia y la utilidad de la música desde su propio proceso, narrada a partir de una de las tragedias más importantes de la historia de nuestro país: el terremoto de la Ciudad de México en 2017.
Y para finalizar esta edición, Sofía González nos plantea cómo en una época futura, una mujer asiste a jugar bingo virtual en un casino futurista. Bingo 2313, nos lanza, a través de pensamientos espontáneos, una paradoja generacional desde la minificción.
¡Viva Palestina libre!