Una memoria global de preocupaciones culturales sobre papel amate

por | NÚMERO TRES

Una memoria global de preocupaciones culturales sobre papel amate

Fernando Llanos

Después de casi tres años de gestión, de una pandemia que sacudió a todo el planeta, y después de cuatro décadas de no haber sucedido en nuestro país un evento de esta naturaleza, del 28 al 30 de septiembre de 2022 se realizó en la Ciudad de México la Conferencia Mundial de la Unesco sobre Políticas Culturales y Desarrollo Sostenible, Mondiacult 2022. Se presentaron 135 ministras y ministros de cultura de todo el mundo, con ponencias breves de 5 minutos aproximadamente, exponiendo sus preocupaciones, proyectos, avances y hasta reclamos, en materia de cultura, que existían en ese momento en más de 150 países miembros de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

   Pese a que esa marea de voces, información y experiencias fueron captadas, transmitidas y resguardadas en video1, a Pablo Raphael, Director de Asuntos Internacionales de la Secretaría de Cultura Federal y Coordinador General del evento, se le ocurrió que sería interesante hacer una memoria gráfica en un formato diferente, que respondiera a un formato local con suficiente personalidad. Con esa idea, en colaboración con los Semilleros Creativos, de Cultura Comunitaria (a cargo Esther Hernández), arropados por la Secretaría de Cultura Federal (dirigida por Alejandra Frausto), el patrocinio de Netflix, y la supervisión de Patricia Henríquez y mía, nació el Códice Mondiacult 2022.

 

1Hasta la fecha se pueden consultar en https://mondiacult2022.cultura.gob.mx (visto el 20 de noviembre de 2024).

   Varios creadores ya han recreado situaciones contemporáneas con los parámetros gráficos de los códices prehispánicos y virreinales, mayas, mexicas o mixes: Felipe Ehrenberg, Cisco Jiménez, Antonio Álvarez Morán, Santiago Robles, por mencionar algunos nombres. En los años ochentas, a este tipo de apropiación, le llamaron “neomexicanismos”, y ahora se pueden encontrar en Google bajo la etiqueta de “códices contemporáneos”. Trabajar la gramática gráfica de los códices mesoamericanos con preocupaciones o discursos actuales me parece una manera muy válida de promover y visibilizar esa arcaica tradición creativa pictográfica, para que dicho saber local no sea sepultado en el olvido. En esa dinámica, de revisión y reformulación de las recetas gráficas del pasado, pintamos unos pliegos de papel amate y un par de lonas de manta de gran formato.

   La creación de este nuevo códice tuvo dos momentos. El primero se realizó durante el evento, en las dos sedes del encuentro: el Auditorio Nacional y el Complejo Cultural Los Pinos. Aliados que escuchaban las ponencias, resumían frases y nos las mandaban, vía Whatsapp, a las distintas islas de trabajo que teníamos. Entre las niñas, niños, adolescentes y tutores de los Semilleros Creativos, dibujamos y pintamos esos abstractos conceptos. Por lo difícil de aterrizar, gráficamente, temas tan complejos en tan poco tiempo, nos enfocamos, en la mayoría de los casos, en reflejar con detalle uno o dos de los conceptos que “cachábamos”.

   El resultado fue una interesante mezcla de algunos de los temas abordados en las mesas y las vitales preocupaciones de vida de los jóvenes participantes del experimento. Creo que lo mejor fue poder mostrar ante miles de invitados y participantes, la construcción en vivo y en corto de un códice, por las joviales manos de uno de los programas emblemáticos de la administración pasada. Algunos embajadores, agregados culturales, secretarios de cultura y artistas de otras latitudes se sumaron con un par de líneas, y todo fue documentado por Jessica Herreman para también entregar un registro audiovisual del proceso.2

 

2 http://fllanos.com/codice (consultado el 20 de noviembre de 2024).

   El segundo momento de creación, sucedió posterior al evento. Patricia Henríquez y yo revisamos más de 160 videos con presentaciones y ponencias, estudiamos y tratamos de entender muchos de los argumentos ahí vertidos para poder representarlos de manera sintética y contundente, manteniendo una afinidad formal con los códices mesoamericanos.

   Tardamos casi un año, ya que, a tan difícil tarea, había que sumarle el hacer 282 retratos en pequeño formato de todas las personas que se subieron a una tarima durante el evento, o que estuvieron directamente involucrados en su gestión, como fue el caso de Juan José Bremer. El resultado fueron cuatro pliegos de papel amate que incluían referencias geográficas y animales en extinción, pintados magistralmente por Patricia Henriquez.

   Escuchar tantísimas posturas sobre el rumbo que la cultura puede tomar a futuro en tantos diferentes países, fue tan enriquecedor como abrumador. Las diferencias eran evidentes, países del hemisferio norte hablando de estrategias digitales y monetización, y naciones que fueron “colonias” denunciando el tráfico de bienes culturales o la vulnerabilidad de los empleados de la cultura.

   Mi ponencia favorita fue la de la africana Amélia María Matsinhe, vicepresidenta de la Red Arterial de Costa de Marfil3, que pidió de manera urgente solidaridad tecnocrática e hizo una puntual observación: las industrias creativas y culturales son una realidad en el norte. En el sur, son un imaginario.

 

3 https://arterialafrica.org/vision (consultada el 20 de noviembre de 2024).

   Sin embargo, la ponencia más aplaudida fue la de Lituania, que denunció la guerra de Rusia contra Ucrania que actualmente sigue. Un terrible nuevo genocidio ha brotado en el planeta, y me pregunto: ¿de todas las ideas que se pusieron sobre la mesa hace dos años, cuantas han podido ser puestas en prácticas?, ¿las indudables alianzas y complicidades que se dieron en los pasillos y antesalas, qué frutos han dado?, ¿cómo medimos los beneficios de esa gran apuesta global y, sobre todo, cómo se le da seguimiento a los objetivos acordados en esa agenda común?

   Dudas propias de un no-tan-joven-tlacuilo que fue un simple testigo de tan colosal esfuerzo. Quizá las respuestas las encontremos en el cierre del texto que Pablo Raphael publicó en la Revista Mexicana de Política Exterior, previo al encuentro:Deseamos que, en el mejor de los sentidos, la cultura sea el vehículo que nos regrese el sentido de humildad más sincero, que nos lleve a comprender el momento desafiante en el que vivimos y nos permita alcanzar objetivos más allá de nuestra generación, dándole viabilidad a este magnífico proyecto que llamamos humanidad”. Así, sin fronteras y en colectivo.

   El Códice Mondiacult que realizamos, se encuentra actualmente en exhibición permanente en una sala del Complejo Cultural Los Pinos. Nuestras pinceladas no buscan suplir las más de doce horas de espesas ponencias en video, dudo que si se proyectaran en esa sala, algún espectador las vea completas, pero sí creo que esas piezas pueden atraer la mirada de curiosos que deambulen por el rumbo, para dimensionar la historia de ese gran encuentro con otros ojos. Hoy en día, hay que celebrar enormemente a quien apuesta por la creación artística y no por la salida fácil del espectáculo o los influencers para solo atraer la atención de los medios.

   Meses después, de manera individual y sin prisas, decidí que sería justo pintar un quinto pliego de papel amate, honrando a la base de la pirámide, a esos protagonistas que, a mi parecer, faltaron en el dichoso evento. Lo titulé Códice 4T o El Peje y el pueblo bueno. En ella, aparecen 43 retratos hechos en grafito líquido, como los realizados en los cuatro pliegos anteriores, con maestros artesanos, cocineras tradicionales, y hasta una lingüista defensora del mixe, Yasnaya Aguilar, o el neólogo Felipe Ehrenberg. Al centro de la pieza, y al lado de una pirámide invertida hecha de libros (interprétese como leyes, educación o conocimiento histórico) se encuentra nuestro expresidente, Andrés Manuel López Obrador, como eje rector gracias al cual cambiaron muchas de las narrativas nacionales. El paisaje está salpimentado por varias cactáceas resilientes y coronado por una pirámide dorada iluminada con pintura fluorescente.

   Celebro la gran apuesta que se hizo por el diálogo en torno a la cultura y agradezco la invitación a ser parte de esa inusual memoria en papel mate. Invito a quien no conozca el Códice Mondiacult 2022 a que se acerque al Complejo Cultural Los Pinos a conocer las piezas que realizamos con tanto detalle durante tanto tiempo. Puede ser una gran excusa para mantener la palabra activa detonada por el trazo.