AMLO, VILLA Y EL DISCURSO HISTÓRICO

por | NÚMERO DOS

La polémica aparejada al personaje

El año anterior se cumplió un siglo del asesinato de Francisco Villa, aquel 20 de julio de 1923, cuando los fuegos de la gue­rra aparejados a la Revolución Mexicana aún no se extin­guían del todo. Empero, desde muy temprano Pancho Villa se configuró en héroe popular, aun en tiempos en que el caudillo duranguense estuvo relegado del panteón oficial.

En las letras, el recorrido es amplio, desde Cartucho de Nellie Campobello (1931) hasta la Biógrafa narrativa de Paco Ignacio Taibo II (2001). En el cine, Villa ha sido un actor central y tópico recurrente en la filmografía nacional, desde ¡Vá­monos con Pancho Villa! (1935) de Fernando de Fuentes, basada en la nóvela homónima de Rafael F. Muñoz (1931), hasta Chicogrande (2010) de Felipe Cazals, episodios en los que se proyectan muchas de las aspiraciones populares.

En oportunidad de este centenario luctuoso, el gobierno de México y el Congreso de la Unión optaron por declarar el 2023 como “Año del General Francisco Villa, el revolucionario del pueblo”. En ocasiones, estas declaraciones pasan desa­percibidas, pero no fue así cuando se trató de la figura del “Centauro del Norte”, quien sigue cabalgando y encendiendo pasiones a su paso y, sin lugar a dudas, continúa siendo uno de los héroes populares más estimados por el pueblo mexicano.

Las conmemoraciones resultan un mirador propicio para acercarse al uso público de la historia por parte de los gobiernos, en particular al del presidente Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), que la ha esgrimido consisten­temente como herramienta política.

Es innegable que el presidente es un ávido lector de la historia y también prolijo escritor de esta materia. De sus cerca de 20 libros editados, 5 son ensayos históricos y ha anunciado uno más, el cual trabajará desde su quinta en Palenque. El presidente hace uso de la historia constante­mente, en eso contrasta con sus inmediatos antecesores. Enrique Peña Nieto, que batallaba para enlistar tres libros de cualquier índole y Felipe Calderón que, no obstante coincidir su gobierno con el bicentenario del inicio de la independencia y el centenario de la revolución, dilapidó las conmemoraciones en una estela, hoy símbolo de la corrup­ción: un monigote de Benjamín Argumedo en búsqueda de discursos populares alternos para no hablar de villismo y zapatismo, y una serie de televisión en extremo academi­cista, Discutamos México.

La 4T, desde su nombre, se explica e imbrica con las tres transformaciones previas en la historia de México a saber, la Independencia, la Reforma y la Revolución. A su vez, las mañaneras, como medio de comunicación, siem­pre estuvieron enmarcadas por las referencias históricas: los proceres nacionales de Miguel Hidalgo a Lázaro Cár­denas en un principio y a partir de las conmemoraciones anuales por Emiliano Zapata, luego Leona Vicario, la efigie de Quetzalcóatl hasta Ricardo Flores Magón, mostrando la genealogía del movimiento: la raigambre agrarista, la par­ticipación de las mujeres, la reivindicación de las culturas originarias y la obstinada acción de la izquierda mexicana en la que se reconoce la 4T.

Vino entonces la decisión de elegir al personaje para el año de 2023. Doroteo Arango cuenta con amargos de­tractores que lo tachan de violento, fuerza desbocada de la revolución, acusado de no saberse gobernar y dejarse llevar por la ira. En contraste, la figura de Villa también es la reivindicación del pueblo, de los marginados, rebeldes, e indomables, de los de abajo.

El anuncio del año del general Villa se hizo en el mitin del Zócalo capitalino, tras la multitudinaria marcha enca­bezada por el presidente el 27 de noviembre de 2022, con la elección de la estampa de Villa, sobre otras, tal vez me­nos polémicas, pero con mucho menor arraigo popular. Esa fue la misma marcha en la que se obtuvo la icónica imagen del presidente López Obrador rodeado por la multitud, que ilustra la portada de su libro de despedida.

La religión civil, mediante la conmemoración y la mar­cha/procesión mantiene mitos y versiones históricas, constituye pilares de orden y hegemonía social, provee al individuo de una base de relación con la sociedad. La con­memoración se torna en uno de esos tiempos y espacios en los cuales se realizan prácticas rituales seculares desde la religión civil para el caso mexicano.

La conmemoración cumple la función de artefacto del entramado al ejercicio político y cohesiona la identidad, brinda información y explicaciones sobre el fenómeno his­tórico rememorado, con interacción de lo estético y emo­cional, en un traslape del tiempo presente y pasado, en un escenario cargado de diversos artilugios discursivos.

El historiador Javier García Diego (2023), señaló recientemente:

A cien años del asesinato de Pancho Villa, su figura sigue despertando polémicas, en general con dos posturas historiográficas contrastantes; quienes sostienen que fue un revolucionario integérrimo y quienes afirman que fue una persona execrable. Para entenderlo se requiere más his­toria y menos leyenda, más acercamiento biográfico a su trayectoria de vida. Para entenderlo debe evitarse la versión maniquea; revolucionario o bandido y apegarse a una visión más comprensiva, Villa fue revolucionario y bandido (p.36).

En revisión historiográfica a los opositores de Villa, hecha por Reynaldo de los Reyes, estos se perfilan tal como como los retrata Garciadiego, “los autores que se sostienen en la “Leyenda Negra” de Villa; Reidezel Mendoza, Armando y Raúl Herrera o Héctor Aguilar Camín se refuerzan en la idea de que Villa era un ladrón, un violador y un asesino, en un discurso mediado por la narcoviolencia de los últimos años, y por qué no, también en su clara oposición al actual gobierno y sus símbolos”.

Los historiadores filovillistas, por su parte, no niegan su faceta de bandolero, ni algunos de sus exabruptos y excesos, pero cuestionan a la leyenda negra. Destacan su extracción popular y su apoyo a los más pobres; la creación de las escuelas, los programas de alimentación para los más necesitados, su experimento de redistribución social en Canutillo y la preocupación por las pensiones para las viudas y huérfanos de los combatientes. Jesús Vargas Val­dés titula a uno de sus libros explícitamente Pancho Villa Bandolero y el leitmotiv de Paco Ignacio Taibo II para expli­car la incursión a Columbus de 1916 es la venganza. 

En revisión historiográfica a los opositores de Villa, hecha por Reynaldo de los Reyes, estos se perfilan tal como como los retrata Garciadiego, “los autores que se sostienen en la “Leyenda Negra” de Villa; Reidezel Mendoza, Armando y Raúl Herrera o Héctor Aguilar Camín se refuerzan en la idea de que Villa era un ladrón, un violador y un asesino, en un discurso mediado por la narcoviolencia de los últimos años, y por qué no, también en su clara oposición al actual gobierno y sus símbolos”.

Los historiadores filovillistas, por su parte, no niegan su faceta de bandolero, ni algunos de sus exabruptos y excesos, pero cuestionan a la leyenda negra. Destacan su extracción popular y su apoyo a los más pobres; la creación de las escuelas, los programas de alimentación para los más necesitados, su experimento de redistribución social en Canutillo y la preocupación por las pensiones para las viudas y huérfanos de los combatientes. Jesús Vargas Val­dés titula a uno de sus libros explícitamente Pancho Villa Bandolero y el leitmotiv de Paco Ignacio Taibo II para expli­car la incursión a Columbus de 1916 es la venganza.

Santiago Robles, Calixto Contreras, grafito, 2016.

Antivillismo como Antiobradorismo

Con toda intencionalidad, López Obrador decidió traer a la palestra y la discusión política a los fantasmas de Villa, atizar con la designación a aquellos que lo repelen y se alteran con su nombre, y al tiempo incentivar a los que se identifican con el personaje y su legado a realizar actividades, revisitar sus historias de resistencias y lucha por el pueblo mexicano.

El presidente es experto en traslapar símbolos históri­cos a la situación actual y al asir el villismo como el refe­rente del 2023, lo tomó como ejemplo y engarzó a su mo­vimiento actual como heredero directo de sus combates.

El presidente maneja y coloca el discurso histórico en su narrativa y la reacción parece no haber aprendido la lección. Para la derecha, no mostrar su odio al villismo y al obradorismo al que se le aparejó, era una carnada que les resultó imposible de resistir.

Héctor Aguilar Camín (2023), en una idea expuesta en repetidas ocasiones a lo largo del año en prensa, revistas, radio, televisión y medios electrónicos, se lamenta:

El gobierno declaró el 2023 el año oficial de Francisco Vi­lla. Difícil o imposible luchar contra la popularidad de Villa. Competiría sin problemas por la condición del más popular caudillo de la Revolución Mexicana. Pero como otros tantos mitos de nuestra memoria colectiva, acaso como ninguno de ellos, Villa presenta a los historiadores, a la historia oficial y a la historia popular un problema muy serio de realidad. Su his­toria real, como opuesta a su consagración mitológica, exuda un olor a sangre y matonería que apenas puede tolerarse.

No obstante, el director de Nexos, dedicó varios de sus es­pacios en los medios para atacar al villismo-obradorismo, a pesar de lo previsible que eso era, aun más, en la esfera de los conservadores, etiqueta de la que muchos reniegan y han pretendido escapar en los años recientes en que han perdido la narrativa política e histórica frente al presidente.

Para Reidezel Mendoza, la imagen “edulcorada” de Villa se formó a partir de la propuesta de inscribir su nombre en Letras de Oro en la Cámara de Diputados el año de 1966, en charla dictada por el historiador chihuahuense en el propio Palacio de Legislativo de San Lázaro, bajo el cobijo del dipu­tado Gabriel Quadri [1] , aquel de la deleznable propuesta de historia contrafactual sin Chiapas, Oaxaca y Guerrero [2]: es así como el antivillismo y el antiobradorismo reúne a esta clase de personajes.

El año de Villa, permitió revivir la discusión del muro de honor cuando se presentó la propuesta de inscribir su nombre en la otra cámara del Congreso Mexicano, el Se­nado de la República. Reflejo del cambio de las mareas y de las posturas historiográficas e históricas con respecto a Villa, la discusión no fue tan acalorada como hace 60 años, y quienes se opusieron al homenaje optaron por no poner de manifiesto sus posiciones en tribuna.

La votación se celebró el 25 de abril de 2023, en la que habló en favor de la propuesta el senador Alejandro Gon­zález Yáñez. También participaron Emilio Álvarez Icaza, Xóchilt Gálvez, Kenia López Rabadán y Mayuli Martínez, pero al revisar el Diario de los debates se muestra que apro­vecharon la oportunidad de hacer el uso de la palabra para tratar otros temas como el INAI y otros más cercanos a las preocupaciones de la derecha parlamentaria. La inscrip­ción “Francisco Villa, el general revolucionario del pueblo” fue aprobada con 72 votos a favor, 4 en abstención y 6 en contra; Silvana Beltrones, Xóchilt Gálvez, Germán Martí­nez, Alejandra Reynoso, Damián Zepeda y Lilly Téllez. (Senado de la república, 2023)

La mitad de los votos en contra provino de senado-res sonorenses. Las senadoras del estado explicitaron su negativa. Beltrones, del PRI, escribió en X un par de horas más tarde:

Voté en contra de inscribir el nombre Francisco Villa en el muro del Senado. A los sonorenses no se nos olvida el sa­queo, las violaciones a mujeres y la matanza que realizó este cruel personaje junto con sus tropas en Sonora. La co­barde violencia nunca debe ser motivo de homenaje (2024).

 

Santiago Robles, Elisa Griensen, grafito, 2016.

En drástico cambio respecto a la postura publicada en la misma red social 4 años antes con motivo del aniversario del asesinato de Villa y con una composición fotográfica muy favorable al personaje anotó: “hoy recordamos el 96 aniversario luctuoso del Francisco Villa, militar de ideales cuya intervención fue determinante en la lucha contra la desigualdad campesina” [3] ejemplo claro de cómo la apro­ximación a la historia es retomada y manipulada para sos­tener posiciones y posturas políticas. Para la senadora Bel­trones, Villa a secas es un referente del agrarismo, Villa con la 4T es un ser violento y cobarde.

La senadora del PAN Lilly Téllez, quien se reivindicó como representante de “la Nueva Derecha” y que no hizo uso de la palabra en la sesión, se manifestó meses antes con motivo de la votación de la declaratoria del año de Villa y señalo: “Voté en contra de festejar con año y moneda al ladrón, violador y asesino Pancho Villa” publicación cele­brada entre otros seguidores como el ex presidente Felipe Calderón, el director de Excelsior Pascal Beltrán del Rio y el diputado Gabriel Quadri, y lo manifestó de nueva cuenta al concluir el año con otro twit: “Pancho Villa asesino, viola­dor, ladrón, de los peores léperos de México. No sorprende que los de Morena lo admiran”.

Para el historiador inglés David Brading la pugna en México de lo colonial-católico en contraposición con lo nacional-liberal se pone de manifiesto a través de sus dis­cursos historiográficos. Aunque la religión civil a veces etiquetada esquemáticamente como “oficial” también es difusa, espontanea, popular, interiorizada culturalmente y no del todo delimitada, como ocurre en el Peñón de los Ba­ños, en la ciudad de México, con la peculiar representación de la batalla del 5 de mayo o las cabalgatas villistas que, al concluir su recorrido, normalmente rompen con toda so­lemnidad, derivando en festividad, aunque no por ello se ofenda la memoria de los héroes nacionales.

Situación similar ocurre en una conmemoración en rela­ción con sus participantes, por más que exista un guion de­lineado, su recorrido también es emocional. Estudios sobre diversos públicos muestran diferentes formas de vincular­se con la historia. En casos analizados recientemente, en la exposición sobre el centenario de la incursión de Pancho Villa a Columbus y la intervención norteamericana de 1916 en el Museo Nacional de las Intervenciones, del INAH, don­de se da muestra de una apropiación popular por parte de los visitantes en relación con la historia del país, puedo ci­tar un par de comentarios dejados en el libro de visitantes.

– ¡Hay que volver a Columbus, El Álamo y recobraremos Texas, Arizona y California a base de mojados y hartos lati­nos y al pinche Trump le tocara su Villa!

  

– Mi general Villa: hago de su conocimiento que en este si­glo xxi que me tocó vivir aún siguen interviniendo los nor­teamericanos en las decisiones que solamente nos com­peten, pero debido a la actitud permisiva de los gobiernos mexicanos-.

  

-Villa fue un ladrón y una vergüenza para México-

  

– Necesitamos otro Villa para cambiar la situación económica del país. ¡Viva Villa!

Es decir, aunque el museo tenga la disposición como un ar­tefacto al sistema educativo, y como institución oficial, una intencionalidad del uso público de la historia, las conmemo­raciones facilitan diferentes lecturas a los procesos históricos tan variados como sus participantes. Garciadiego propone una lectura respecto a Estados Unidos de América: “Existe un nacionalismo popular y un nacionalismo gubernamen­tal, y que en esta ocasión se entretejen y están enarbola­dos ambos por el presidente López Obrador para manejar su discurso sobre el poderoso vecino”.

Para mala fortuna del doctor Héctor Aguilar Camín, como ha manifestado el investigador argentino Alejandro Cattaruzza (2017) “existe una debilidad o directamente su ausencia del monopolio interpretativo del pasado por parte de la comunidad de historiadores” (p.64). Efectivamente, la población no se limita a recibir un discurso, en este caso el historiográfico, con una única intención o direccionalidad. La población en Durango, Chihuahua, La Laguna y buena parte del resto del país, más allá de la zona de influencia directa del villismo, tiene diferentes maneras de asirse a esa historia, no solamente la diseñada por la elite cultural, pues le brinda su amplio reconocimiento a Francisco Villa.

Santiago Robles, Nellie Campobello, intervención a fotografía, 2017

Epilogo y despedida. Cruce de conmemoraciones.

El presidente López Obrador que no fue un viajero frecuen­te al extranjero, se trasladó a Santiago de Chile para las conmemoraciones del 50 aniversario del Golpe de Estado contra el gobierno de la Unidad Popular, para encontrar­se con que el presidente Boric no es afecto al empleo de los simbolismos temporales, y dejó pasar en fecha tan re­donda la oportunidad para posicionar el discurso histórico como herramienta política.

Además de las actividades académicas en las universi­dades, los eventos fueron pocos, ninguno masivo, tan solo una ceremonia cerrada en el Palacio de la Moneda y otra recepción organizada por la embajada de México en Chile. No obstante, Francisco Villa y Salvador Allende, símbolos de la izquierda latinoamericana, juntaron sus caminos en la conmemoración del año 2023 en México como movi­mientos de los que abreva la llamada 4T.

Si bien, de manera oficial, el año fue dedicado a Villa, de manera oficiosa el 50 aniversario del Golpe de Estado en Chile fue recordado con todo el apoyo de las instituciones culturales de México con foros, conferencias, exposiciones, conciertos y ceremonias por buena parte del país.

Resalta de las celebraciones en el país, la Feria del Libro de la Ciudad de México, organizado por el gobierno capi­talino y la Brigada para Leer en Libertad en que Allende y Villa compartieron los nombres de los foros principales del evento, en el espacio político más representativo del país, el Zócalo, donde el presidente López Obrador anunció, un año antes, al 2023 como el “Año del general Francisco Villa, el Revolucionario del Pueblo”.

Referencias de redes

1 https://twitter.com/ReidezelM/status/1627412834320801793 (con­sultado el 24 de marzo de 2024)

2 https://mobile.x.com/g_quadri/status/1083910552177512449 (con­sultado el 20 de agosto de 2024)

3 https://twitter.com/sylbeltrones/status/1152662723332698112 (con­sultado el 6 de julio de 2024).

 Referencias

Aguilar, H. (2024). Francisco Villa a contracorriente. En https://www.aguilarcamin.com/divagario/

Cattaruzza, A. (2017) “Los usos políticos del pasado”, Anua­rio IEHS, Tandil,32 (2),64

Conde, R y Nájera, M.D. (2019). “Atreverse a evaluar: un re­cuento de casos en el Museo Nacional de las Intervencio­nes”, en Estudios sobre públicos y museos. 3, pp. 234-236.

De los Reyes, R “La división villista”, en Letras Libres, p. 41

Garciadiego, J. (2023). “Villa: revolucionario y bandido. Más historia y menos leyenda”, Relatos e Historias

INEHRM (2023). “Informe de autoevaluación correspon­diente al ejercicio 2023. Síntesis ejecutiva y actividades conmemorativas”

Maceira, L. (2009). “Dimensiones simbólico-rituales de los museos-lugares de memoria”. Alteridades,19(37), 72

Morales, L. (2007). “Museológicas. Problemas y vertientes de investigación en México”. Relaciones, 27 (11), 36-37

Morales, L. (2025). “La mediación cultural del museo”. Ten­dencias de la museología en América latina, p. 126.

Pacheco, G. (2023) “2023 será el año para recordar a Pancho Villa: López Obrador”. Excelsior. En https://www.excelsior.com.mx/nacional/francisco-villa-sera-el-personaje-recordado-en-2023-amlo/1555131 (consultado el 5 de marzo de 2024)

Taibo II, I. (2001). Pancho Villa; una biografía narrativa. Planeta

Senado de la República, Diario de los Debates, votaciones, 25 de abril de 2023, https://www.senado.gob.mx/65/votacion/4363 (con­sultado el 19 de mayo de 2024).

Vargas, J. (2018). Villa Bandolero. Editorial Martínez Roca