CHRISTIAN BARRAGÁN
La Historia se configura por microhistorias. Algunos de sus eventos constituyen relatos que perduran en la actualidad a través de la mitología, el arte y la literatura. La práctica de algunos artistas contemporáneos, como es el caso de Verónica Bapé, ponen de manifiesto el potencial de la microhistoria (pues se trata de hechos concretos del mundo) y del relato (dado que tales sucesos son abordados desde la experiencia propia) en la construcción del presente.
Bapé ejerce esta particular forma de narrar La Historia y su historia desde su condición de creadora visual. Si bien incursiona recurrentemente en la escritura, desarrolla así una obra que es esencialmente pictórica; hibrida con el dibujo, la gráfica (analógica y digital), la alfarería, el textil, la fotografía, el video y la poesía. Siguiendo esta pauta, en 2023 concibió el proyecto La otra piel, un relato visual que, en palabras suyas “no es otra cosa que la piel interior, esa piel que nos ha construido y nos hace ser quienes somos”.
Originaria de la Ciudad de México, Verónica Bapé ha residido intermitentemente en el extranjero desde el año 2015, primero en Bilbao, España; después en Dale, Noruega, hasta establecerse en Ruan, Francia, en el año 2020. Es a partir de este tránsito que la artista emprende la tarea de revertir lo que tan solo hubiese sido una nota al pie de página en un libro de Historia, para convertirlo en el relato principal de esta otra historia. Escrito en primera persona, este testimonio cuenta la condición migrante de la autora y las consecuencias que esta circunstancia trae consigo: la pérdida y reconstrucción de una memoria tanto colectiva como individual; la nostalgia en su doble expresión de lejanía física y distancia psicoafectiva; la preservación de una identidad pública y una conciencia privada. Simultáneamente, La otra piel es una suma de distintas facetas formales y discursivas en la trayectoria de más de quince años de la artista. En los párrafos siguientes intentaré trazar una de las líneas de investigación de La otra piel a través de algunas de las obras que lo conforman.
Cuando en 2010 la artista presentó su primera exposición individual en la Galería Tal Cual en la Ciudad de México de título Pensamientos sobre el paisaje, dejó constancia del uso conjunto de imagen y palabra que caracterizó su obra desde entonces. Sin embargo, a diferencia de aquella ocasión en la cual grandes rótulos a manera de anuncios espectaculares intervienen pinturas de paisajes realizadas por autores amateurs desconocidos (y que fueron encontradas en mercados de segunda mano), ahora el empleo de palabras y frases integradas a las imágenes se ha vuelto más discreto, ocupando una escala menor, colores neutros y una ubicación secundaria, lo que en ocasiones les hace pasar casi desapercibidas, como cuando esas palabras o frases quedan relegadas al título de la obra inscrito en la cédula.
Así, en una pintura de La otra piel podemos leer en clave “mármol” y “tezontle” custodiando el cuerpo enroscado de una serpiente roja; leyenda que pone al descubierto una pareja de materiales dispares que expresan simbólicamente la idiosincrasia cultural de México.
Al mismo tiempo, la escritura de Bapé ha conservado un mismo estilo, una manera de decir las cosas marcada por una locución nostálgica en su forma y contenido, contundente en su economía sintáctica y semántica, con un tono de voz de medio bajo, a veces incluso cercano a un susurro o un lamento, como un pensamiento sobre el paisaje. “Alguien sáqueme de aquí”, dice una pintura de aquella serie de 2010, o bien, “Tengo cosas que nadie necesita”, “Otro día en soledad”, “Fantasmas”, “Esperando algo que no llega”, “Ilusiones”, “Perdida en la orilla”.
Con fuerte violencia resuenan ahora esas declaraciones del pasado en una inesperada retrospectiva y, a la vez, en perfecta sincronía con la actualidad de la artista y de su obra en curso: la memoria, la nostalgia y la identidad vistas al trasluz de la historia interior, fijada en los renglones del tiempo humano, tiempo de la vivencia, los recuerdos y el relato. Trece años después, al comienzo de su más reciente serie de dibujos en que conviven indistintamente figurillas de ídolos prehispánicos junto a seres mitad mitológicos y mitad antropomorfos, la artista inscribe en un dibujo, con tinta de color rojo-tezontle, sobre la página en blanco: “mirar llorar Soñar cambiar caminar”, lo que pareciera ser una respuesta a sí misma, a su yo del pasado que aún pervive en ese complejo entramado que es el diálogo interno desde el cual brota la voz.
Para el narrador mexicano Juan José Arreola, la pérdida del amor da lugar a su revés, que no es la ausencia ni el olvido, sino su espectro. Dice él: “La mujer que amé se ha convertido en un fantasma. Yo soy el lugar de sus apariciones”. Tal vez la intención de Verónica Bapé en La otra piel no sea muy distinta ni tan lejana a la del fabulador tapatío. En Bapé, la memoria se revela como “aquello que aparentemente se ha dejado atrás”, pese a que ésta “se convierte en un fantasma, una humedad que cada vez penetra más en el muro de nuestra casa interior y comienza a llenar el aire de ese olor a moho fresco que cada día se vuelve más presente”.
En otro dibujo, la artista expone un autorretrato que es fiel de esta doble presencia. En una postura frontal, con el cabello suelto sobre los hombros y la mirada fija al frente, la modelo exhibe la boca abierta con la lengua extendida hacia abajo, pero esta lengua es bífida, como la de las serpientes (símbolo dominante en las culturas mesoamericanas); es tanto un sonido silbante como un silencio amenazante. La obra escrita y visual de Bapé es precisamente así, la manifestación de un orden doble, como sucede con un cuerpo y su fantasma.
Fue el poeta francés Paul Valéry quien, en su Problema de los tres cuerpos, consigue tanto conciliar la coexistencia de tres distintas dimensiones o estados del cuerpo humano como contraponer un cuarto cuerpo incognoscible sobre los cuales, encarnados en una misma presencia, “descansa el mundo, y que este mundo se refiere a él”, suma total del cuerpo. De la misma manera, Verónica Bapé podría decirnos junto al escritor francés que “todo lo que es, para nosotros, enmascara necesariamente e irrevocablemente alguna cosa que sea”.
¿Acaso no es justamente lo que logra esa breve secuencia fotográfica titulada Llamado a Xipe Tótec? ¿No es en su voz silente que aguarda todo lo que es? ¿No es en su mensaje incognoscible que se enmascara cuanto sea? Tal vez sea posible decir que es en la lengua dividida de la serpiente donde se cifra el poder de transmutación y recreación que pretende Bapé con La otra piel; quizás, también, sea su obra misma la vía que le mantiene en constante migración, adentrándose en la frontera interior, esa que nos construye y nos hace ser quienes somos.
Ciudad de México, septiembre 2023-septiembre 2024