DE PENUMBRA EN PENUMBRA

por | NÚMERO UNO

Ya el horizonte no es un potro bronco

“Nadie va a Durango”, Jaime López.

 

¿A quién no le interesa el eclipse total de sol? Quien haya visto una vez un eclipse así nunca podrá olvidarlo: el oscurecimiento lento pero gradual del sol, la oscuridad que cubre la faz de la Tierra, incluso al mediodía, y la gloriosa vista que se encuentra durante los pocos minutos de la totalidad.

Así promocionan los astrónomos la singularidad de vivir un eclipse. Como fenómenos naturales, los eclipses y principalmente los de sol, tienen una extraña relación con el tiempo de los humanos, son ampliamente predecibles, incluso con siglos de antelación, pero resultan sumamente breves para la obtención de registros.

El eclipse hace cien años

En los albores del Siglo XX era bien sabido que un eclipse llegaría a Durango el 10 de septiembre de 1923 y que un siglo después, el 8 de abril de 2024, las mismas tierras durangueñas serían cubiertas por la penumbra de nueva cuenta. En aquel entonces, Joaquín Gallo, director del Observatorio Nacional de Tacubaya, entendió que se trataba de una gran oportunidad para mostrar los alcances de dicha institución. Difundió la información para el público, como lo era la ubicación y las horas de visibilidad del espectáculo para preparar una minuciosa expedición con el fin de observar el eclipse solar que duraría tan sólo tres minutos y medio.

Se determinó una estrecha franja, de 179 km de ancho, que cruzaría el país. Desde Ensenada, Baja California hasta Payo Obispo en Quintana Roo. La trayectoria no tocaría el suelo de Estados Unidos, por lo que los astrónomos estadounidenses se mostraron interesados en colaborar con Gallo y montar un campamento astronómico en territorio mexicano, encabezados por el Dr. John Miller, director del Observatorio Sprowl del Swarthmore College de Filadelfia. También respondió al llamado el observatorio de Potsdam, Alemania, que envió una comisión encabezada por el Dr. Hans Ludendorff, quien se convertiría en un notable mayista, mediante el análisis de los astros y su representación en el códice Dresde.1

Los científicos eligieron como principal punto de observación las cercanías de la estación de ferrocarril de Yerbanís, Durango.

Las circunstancias que favorecieron la elección del sitio fueron la poca probabilidad de lluvia y nubes para el día señalado, y que la vía del ferrocarril Durango-Torreón y el aeródromo de La Laguna se encontraban a poca distancia para el traslado del equipo científico. Buena parte de estas características fueron las mismas que hicieron de Durango, a lo largo del siglo, “la tierra del cine” por sus parajes naturales, cielos abiertos y azules, pocas interrupciones climatológicas y reducida contaminación lumínica y auditiva.

Los de Swartmore y la expedición de Gallo, se instalaron en la Hacienda de Santa Catalina, cercana a Yerbanis y 20 kilómetros al norte, en la estación de Pasaje, Cuencamé, acamparon los astrónomos europeos. Los habitantes de Pasaje se encontraban en trámites para la dotación de sus tierras y aguas tiempo atrás contra la familia López Negrete,2 pero esa es una historia de lucha por la tierra para otra ocasión. Me disculpo si en lo que se refiere a Santa Catalina hago una digresión.

En ese momento la hacienda era propiedad de Jaime Martínez del Río, parte del latifundio Martínez del Río, fraccionado entre familiares y descendientes. De Jaime, dice Paco Ignacio Taibo I: “Hombre gris, tímido y apagado, que creía proteger a su joven esposa, una mujer que no necesitaba protección”3. Se había casado un par de años antes, en 1921 con Dolores Asúnsolo, joven duranguense cuya familia había caído en desgracia, abandonado el terruño como consecuencia de la revolución, aunque finalmente lograron un enlace matrimonial con uno de los clanes más reputados que había logrado conservar buena parte de su riqueza. Un matrimonio conveniente, dadas las preocupaciones por la niña Dolores, según la entrevista de Eugenia Meyer a su prima Andrea Palma, citada por Carmen Collado.

Porque Dolores siempre ha sido muy morena, y antes ser morena y la desgracia era lo mismo. Yo estaba también media prietilla, menos que Dolores, pero sí bastante … bueno, estábamos Dolores y yo en el suelo jugando con piedritas y nuestras mamás sentadas, las dos ahí, … y dice: -iAy tú, qué barbaridad! Qué haremos con estas dos niñas, si las viste uno de rosa parecen criadas. Las viste de blanco. ¡Jesús, María y José!, parecen moscas en leche. Lo que medio les queda es lo azul… Ya ve de Dolores decían: -iAy qué barbaridad!, si tiene tipo de criada.4

 A pesar de los angustiosos presagios, Lolita “salió”, los recién casados fueron de viaje de bodas a Europa. A su regreso a México, para atender la finca y los negocios, se instalaron en la estancia de Las Cruces, de la Hacienda de Santa Catalina. Así que allí estaba Dolores del Río durante el eclipse, en una etapa de vida campirana y matrimonial que estuvo lejos de satisfacerle. Dolores afirmó que esa vida no era para Jaime, que extrañaba Europa y a sus amigos, pero al menos esos días sus terrenos fueron el punto neurálgico de la expedición científica, recibieren visitantes todo el país y del extranjero, la crema y nata de la sociedad duranguense se concentró en Yerbanís: los Saravia, los Bracho y los Gómez Palacio y los científicos para ser testigos del fenómeno natural.5

Las observaciones de esos grupos fueron exitosas y produjeron diversas publicaciones especializadas, incluso filmes y rollos que volaron en avión a la Ciudad de México, Nueva Orleans, Filadelfia y Nueva York para ser proyectadas en las salas cinematográficas el mismo día.

Gallo prosiguió trabajando como uno de los próceres de la astronomía mexicana, con la ingrata sapiencia de que el eclipse más importante de siglo en México sería en 1991, con una duración de casi 6 minutos. Tocaría a otra generación de astrónomos mexicanos encabezar las observaciones, como Manuel Peimbert y Julieta Fierro. Aun con los avances de la ciencia al finalizar el siglo, Julieta Fierro recuerda su angustia de llegar a la bahía de La Paz, Baja California Sur, un día antes del fenómeno y encontrar nubarrones y vientos que amenazaron con dar al traste la observación, pero para su fortuna, amaneció despejado al día siguiente.6

Un siglo después

Durango, en los siguientes años, vivió un proceso de declive y rezago respecto a las entidades vecinas: sueños de industrialización inconclusos, movimientos estudiantiles frustrados en demandas de una siderúrgica que nunca llegó, líneas de ferrocarriles truncas en la Sierra Madre Occidental sin salida al Océano Pacífico y la perenne expulsión de su población hacia otros polos de desarrollo como Estados Unidos de América.

Con 100 años de diferencia, caprichoso o muy exacto, como es el movimiento de los astros, un nuevo eclipse volvió a cubrir los suelos duranguenses. Tal como en 1923, el estado fue un lugar privilegiado para la observación. La geografía duranguense fue cruzada por la franja de la sombra de suroeste a noreste, desde las serranías hasta el semidesierto.

Las ilusiones del arribo de una fuerte oleada de turistas se despertaron entre los prestadores de servicios, sus parajes se prepararon para recibir a los visitantes que descubrieran los encantos de sus desconocidos paisajes y los rincones de la ciudad capital, incluso las localidades, acostumbradas a bullir solamente con el regreso de los paisanos, vieron una actividad inusual con saturación en los espacios de alojamiento.

Empero, los problemas del asilamiento no tardaron en aflorar. Con una sola línea aérea con vuelos en conexión a Durango, Aeroméxico hizo su agosto con un aumento desbordado del precio de los boletos para los días anteriores y posteriores, ya sea despegando de la Ciudad de México o del AIFA.7

En mi caso, también regresé al terruño para observar el eclipse con el boleto comprado con 6 meses de antelación. Mi familia y yo pensamos en la localidad de Ricardo Flores Magón y su cráter de El Jagüey, un volcán apagado que dejó testimonios de su erupción hace miles de años atrás con un terreno pedregoso llamado El Malpaís, nombre un tanto poético y trágico a la vez, el escenario de las correrías de los bandidos sociales de Durango como Heraclio Bernal e Ignacio Parra, de los que aprendió un tal Doroteo Arango. ¿Quién se atrevía a buscarlos y seguirles la pista en estas tierras agrestes, entre los mezquites y huizachales? Como logra apreciarse, el espíritu villista no puede escapar de una narración con fondo en Durango. Unos kilómetros más al norte de El Jagüey se ubica el rancho de La Coyotada, la tierra natal de Francisco Villa.8

La mañana del esperado evento tomamos camino por la carreta hacia Canatlán, hay que pasar por Chupaderos y los vestigios de los escenarios cinematográficos que dieron fama al estado. La señal de internet se pierde a pocos kilómetros de dejar la Ciudad de Durango. El crucero de Santa Lucía marca la ubicación de la Normal Rural Guadalupe Aguilera, símbolo del enfoque más social que tuvo el país, preocupado por la educación de los grupos campesinos. Pese a todo la Normal resiste e indica el punto dónde tomar el camino secundario hasta Flores Magón y un par de kilómetros más allá, siguiendo el camino de terracería, a El Jagüey.

Conforme se acercó la hora señalada para el eclipse se fue llenado el paraje, los ejidatarios no se daban abasto para organizar la llegada de masiva de vehículos, era sabido que el paraje tendría una buena cantidad de visitantes, nuestra misma idea la tuvo el gobernador del estado que anunció un par de días antes que también había elegido el punto para observar el eclipse.

Pero el norte tiene una gracia, la inmensidad de la llanura y el sonido del viento opaca a la muchedumbre. Con caminar unos cuantos pasos y separarse del campamento de los telescopios y de la comitiva del gobernador, uno se comienza a aislar para disfrutar el eclipse. Debo decir que los astrónomos tienen razón, uno no olvida esos instantes de penumbra. Es una oscuridad distinta, no es la de la noche cuando el sol se va ocultando en el horizonte, sino una que sorprende a pleno medio día cuando el sol está en lo alto.

El evento concluye rápidamente tras algunos minutos y a diferencia de la lenta espera los visitantes rápidamente se dirigen a las salidas. Hay que retornar a la ciudad. Solamente se quedan los científicos para registrar el movimiento de los astros hasta el final.

Al encontrarme de nueva cuenta con la señal del internet, presencié el video viral, en el que el mirador natural de la Ciudad de Durango, el cerro de los Remedios, había sido arrendado a un grupo de turistas norteamericanos por par- te en la Subdirección de Turismo y la Dirección de Festivales y Ferias, una especie de “eclipse de lujo” en los espacios públicos.9

Por unos días Durango fue, de nueva cuenta, el centro del sistema astronómico, la bonanza dura lo que tarda en cruzar la luna frente al sol, los turistas se fueron con una buena impresión del estado y sus encantos, aunque la verdad, pocos retornarán la siguiente temporada de asueto. Tal vez lo hagan para el próximo eclipse, mientras tanto, Durango permanecerá en su letargo hasta la próxima danza solar.

Pies de imagen en el orden que aparecen en la revista

Santiago Robles, Francisco Villa, intervención a fotografía, 2016.

Santiago Robles, Tonatiuh cualo, lápiz de color sobre papel, 2024.

Referencias

  1. Susana Birro, “A la sombra de la luna” en Bicentenario 25, México, 2015.
  2. Daniel Rodríguez Barragán, La Revolución y el problema agrario en Cuencamé, 1809-1929, Durango, ujed, 2022.
  3. Paco Ignacio Taibo I, Siempre Dolores (Barcelona: Editorial Planeta, 1984) p.18.
  4. Carmen Collado, “Vida social y tiempo libre de la clase alta capitalina en los tempranos años veinte” en Historias 28, México, 1992.
  5. Anacleto Hernández, “centenario del eclipse de 1923 en Yerbanis, en https://facebook.com/profile.php?id=100091828808269
  6. Julieta Fierro, Instituto de Astronomía, UNAM, https://www.youtube.com/watch?v=KaSKIOOJlzo
  7. https://aeromexico.com/es-mx (consultado el 28 de diciembre de 2023).
  8. Pedro Salmerón, “Eclipse en tierras villistas” en La Jornada, 16 de abril de 2024, https://www.jornada.com.mx/2024/04/16/opinion/016a1pol
  9. https://www.youtube.com/watch?v=IIYOV9FUO-0; https://espacio-libre.com/contenido/2045/se-eclipso-el-magno-eclipse-de-villegas#google_vignette