LOS PAISAJES QUE HABITAMOS

por | NÚMERO UNO

MIGUEL TORRES

Fernando Fader [1], pintor y dibujante argentino, decía, que «el verdadero arte nacionalista, es el paisaje» [a]. Alrededor de 1930, Walter Benjamin [2], un contemporáneo de Fader podría decirse, comulgaba con la idea de que la salvación de la humanidad estaba ligada a la salvación de la naturaleza; en el Libro de los pasajes [b] (una de sus obras más importantes y considerada como nueva teorización de la historia moderna) Benjamin nos deja una colección de notas, que bien podrían ser postales, pa[i]sajes sobre la industria cultural del siglo XIX, tal y como ésta cobró forma en París y formó a su vez esa ciudad. Para ello recogió una vasta gama de fuentes históricas que archivó con un mínimo de comentarios y con solo las indicaciones más generales acerca de una posible manera de ordenar los fragmentos. [c] 

Como si se tratara de filminas revueltas, Benjamin deja, como notas al pie de página en relación con el mundo exterior al texto, su propia relación con el paisaje socio histórico que habitaba y, además, nos concede la experiencia de sentir que estamos descubriendo el significado político de estos fenómenos por nuestra propia cuenta. El objetivo de Benjamin, en todo caso, era tomar tan en serio al materialismo como para lograr que los fenómenos históricos hablarán por sí mismos. [c] 

Es cosa bien sabida que Walter Benjamín no pudo arribar a Nueva York ni conocer América, como sí lo hicieron varios pintores extranjeros de la época, quienes trasladaron al lienzo o al papel tipos, costumbres y paisajes. El que vio a México con más amplia y clara visión, fue el paisajista italiano don Eugenio Landesio [3]. Recomendado por Pelegrín Clavé [4] (pintor catalán) Landesio tuvo como encargo impartir la enseñanza del paisaje en la Academia de San Carlos a finales del siglo XIX.

Durante diez y nueve años, Eugenio Landesio hizo escuela y dio óptimos frutos al formar una cantidad importante de artistas y entre los que destacó José María Velasco. [d] Nacido el 6 de julio de 1840, José María Tranquilino Francisco de Jesús Velasco y Gómez – Obregón (José María Velasco [5] ). Tenía apenas quince años cuando ingresó a la Academia de San Carlos y poco tiempo después, a la Academia Nacional de Medicina, para aprender botánica, física, zoología, anatomía y matemáticas. El propio presidente Benito Juárez le entregó su nombramiento como maestro de perspectiva en San Carlos. Ilustrador de artículos científicos sobre botánica, zoología, geología y paleontología, Velasco pintó, desde lo alto de los cerros cercanos, las obras que le dieron prestigio como paisajista. [e] 

La pasión por la naturaleza y geografía de México fue plasmada en sus óleos, acuarelas, litografías y pinturas miniatura; además, su gusto por estudiar la flora y fauna, nos dejó su investigación sobre el ajolote mexicano. Una estación de la línea 1 del Metrobús en Ciudad de México se llama José María Velasco. El ícono de dicha estación es una montaña, haciendo referencia al arte paisajista. Y, en mi memoria, siempre llevaré la portada verde del libro de texto gratuito de cuarto año que llevé en primaria y en donde aparece la obra La Cañada de Metlac o El Citlaltépetl (1897) y de la que a futuro comprendería que lo que estaba viendo, no era tanto una apología de la naturaleza; Velasco no hace denuncia del ferrocarril en el cuadro, sino que lo vuelve parte del paisaje del que comienza a crecer la promesa de «progreso», desvaneciendo de a poco la frontera entre naturaleza y humanidad. [f]

En diciembre de 1930, el afamado cineasta soviético Sergéi Eisenstein [6], su asistente Grigori Alexandrov y el fotógrafo Eduard Tissé arribaron a México provenientes de Estados Unidos. Los peligrosos bolcheviques contaban con un presupuesto de veinticinco mil dólares para filmar durante tres o cuatro meses, lo que a la larga sería un filme de 200,000 mil pies de película sin terminar titulado ¡Qué viva México! 

Para el soviético Eisenstein, el esquema de composición que dominaba en México era el triángulo, y esta forma se expresaba en la naturaleza y en la cultura: aparece en sus montañas y en sus pirámides, en los sombreros y en los pliegues del sarape sobre el cuerpo humano. [g] En enero de 1932, después de un largo periodo de conflictos, no se le permitió a Eisenstein ni siquiera montar la película y el gobierno estadounidense sólo le otorgó una visa de tránsito para ir a Nueva York y regresar a Moscú. Tanto el gobierno mexicano como el soviético, intentaron comprar el material y ponerlo en manos del realizador pero fue imposible. El largometraje se dividió y desperdigó en escenas sueltas. Pronto aparecieron distintas versiones del filme, donde se deja retrato de la belleza natural y humana del país. 

La obra de Eisenstein fue comparada, en algún sentido, con el Libro de los Pasajes de Benjamin, no solo por lo inconcluso y desfragmentado de ambas obras, sino también, por una especie de veracidad humana y natural que parecen contener ambas piezas, repito, con la peculiar experiencia que brindan, al estar descubriendo aparentemente el significado político de los fenómenos por nuestra propia cuenta y al tomar tan en serio al materialismo, como para lograr que los fenómenos registrados hablasen por sí mismos.

¡Qué viva México! sistematizó en imágenes fílmicas un estilo estético que tenía que ver en sí, con lo que le interesaba al otro (al europeo) pero también, con una propuesta plástica que estaba más allá de presentar pa[i]sajes contrastados y violentos, cercanos más al mundo primitivo y mágico que al tono poético en la tesitura mística de sus manifestaciones culturales. Además, Eisenstein retoma los paisajes de Gerardo Murillo, Dr. Atl [7] y es consciente al referenciar directa o indirectamente el trabajo de Manuel Álvarez Bravo [8] o de Tina Modotti [9]. 

Con cierto atrevimiento, la síntesis que comenzó buscando en Hollywood y que nunca logró montar en México, sentó las bases en el estilo temático y paisajista de la cinematografía nacional. Emilio ”El indio” Fernandez [10] y Gabriel Figueroa [11] (director y cinefotógrafo) [g] fueron grandes ejemplos de ello y de lo que a la larga se consideraría como la Época de Oro del cine mexicano.

Los cielos de México son el rasgo inconfundible en la fotografía de Figueroa, invaden la pantalla y nos conducen a un estado de beatitud y asombro. Acierto artístico no gratuito, su mirada estaba educada en la pintura y, desde su primera película, se dispuso a utilizar cualquier elemento para estilizarla. [h] 

Gabriel Figueroa envolvió al país en filtros y luces contrastantes para después entregarlo en imágenes. Fue él quien nos mostró las extensas llanuras vacías bajo la inmensidad del cielo atiborrado de nubarrones o el hermoso territorio que eran los ojos de María Felix o de Dolores del Río o de Pedro Armendariz o Roberto Cobo o cualquiera que haya pasado por su lente. 

Hay que decir, que el creador de mis imágenes fue la naturaleza misma de nuestro pueblo y nuestro paisaje. [h] 

Aunque de cierta forma, la mirada de Figueroa fue también reajustada una vez más por la otredad, las siete películas que realizó en México con el director español Luis Buñuel [12] nos dejaron un claro ejemplo de cómo el discurso del paisaje puede registrar de forma muy clara las transiciones socio históricas humanas, culturales y del espacio que habitamos y del que somos parte, mucho más allá de la mirada estética que tuvo que sacrificar el fotógrafo mexicano al trabajar con el realizador español. 

El naturalismo crudo (surrealista) y en blanco y negro de Buñuel en México, dejaría su último registro en 1965 con Simón del desierto. El viaje de la Época de Oro terminaría con la llegada del color a la pantalla grande y tendrían que pasar varias décadas para que nuestros rostros cambiaran y con ellos nuestros paisajes.

01. Cañada de Metlac o El Citlaltépetl. José María Velasco. 1897. Óleo sobre tela 104 x 160.5 cm. Museo Nacional de Arte (INBA). México. 02. Geografía cuarto grado. Ilustración de portada José María Velasco / INBA. Secretaria de Educación Pública. 1993. México. 03. La nube. Gerardo Murillo, Dr. Atl. 1931. Óleo y atl color sobre tela. 77 x 102 cm. Museo Nacional de Arte (INBA). México. 04. ¡Qué viva México! Sergéi Eisenstein. 1932. Fotograma. 103 min. México / Unión Soviética. 05. María Candelaria. Emilio Fernández. 1944. Fotograma. 102 min. México. 06. Simón del desierto. Luis Buñuel. 1965. Fotograma. 43 min. México. 07. Y tu mamá también. Alfonso Cuarón. 2001. Fotograma. 106 min. México.

El trabajo de Rodrigo Prieto [13] en Amores perros (2000) de Alejandro Gonzáles Iñárritu [14], se volvería referente de lo que se llamó Nuevo Cine Mexicano. Una nueva generación había llegado y con ella, la posibilidad de concebir un nuevo paisaje en el horizonte para resignificarlo; siempre presente desde el desierto fronterizo del norte de México en Babel (2006), hasta en el nuevo México contemporáneo de muchas miradas retratado en las raíces primitivas del paisaje en Bardo (2022) o en Y tu mamá también (2001) de Alfonso Cuarón [15] y Emmanuel Lubezki [16], este último, partícipe en 2023, junto a una empresa cervecera, de lanzar un llamado a la industria cinematográfica para evitar el uso del filtro amarillo (yellow filter) que durante años ha sido utilizado para retratar a México de forma estereotipada y con la otredad anglosajona. 

Así en algunas películas, es común ver que México es retratado a través del uso de este filtro amarillo. Lo que pareciera no ser una casualidad ya que en el lenguaje cinematográfico es utilizado para denotar calor, riesgo y peligro. En internet es posible encontrar cientos de notas de prensa y memes relacionados con el tema, ya que se trata de una concepción errónea de lo que en realidad es México. Se señala, además, «que México es un país auténtico, lleno de matices. Tan rico y diverso, que merece ser retratado sin ningún tipo de distorsión. De esta forma, la campiña hace la invitación para eliminar el filtro que no hace justicia a la belleza de México, ni permite ver a nuestro país como es, lleno de color. [i] 

Entonces, ¿Fader habría tenido la razón al señalar que el verdadero arte nacionalista es el paísaje? y podría decirse, un común denominador en un sin fin de actividades artísticas. Ya que desde el arte y hasta el tejido social, el paisaje nos da identidad.

08. Babel. Alejandro González Iñárritu. 2006. Fotograma. 143 min. Estados Unidos / México / Japón.

Desde nuestra mirada o la del otro; nos configura y naturaliza a su imagen y semejanza. Contemplamos, analizamos y plasmamos la memoria en este espejo colectivo. En el proyecto multidisciplinario de Santiago Robles [17] Zonas de transición (2022), por ejemplo, el arte media entre la frontera y la fricción que suscita el paisaje en los seres humanos. Construido por caminatas, testimonios, crónicas y registros visuales diversos, Zonas de transición asume una posición crítica ante el paisaje y los hechos que señala al titularlos: La ciudad no termina aquí porque sabemos que no se acaba nunca; Toda esa orilla era el lago y Cuando tenía cinco años, todo esto estaba sumergido en agua. [j] Dándonos la impresión global de que somos nosotros los que habitamos estos paisaje, es nuestra mirada la que dialoga con los espacios y la obra. 

Nos postramos en un umbral como límite o punto de transición entre estados mentales o niveles de conciencia o formas de comprendernos en diferentes planos como lo hace la obra plástica de Diego Aizpuru. [18] En Los lugares que no recordamos, Espacios y momentos fugaces o ¿Las montañas caminan? (2022) lo imaginativo se superpone a la configuración del pasado, es decir, la histología como composición, estructura y característica de nuestro tejido orgánico microscópico, nuestro propio close up, podría decirse, contrastado con la fenomenología para explicar el rosa/púrpura del cielo o el magenta/marrón de la montaña que otras veces pareciera un graffiti que incomoda la pulcritud de la fluorescente plasta de color que sostiene la síntesis reflexiva sobre la superposición del horizonte; que intenta registrar el tiempo como un paisaje o una célula o una fantasmagoría [19], estando en contacto con lo que nos rodea [k]. Son estos Pa[i]sajes los que reconocemos sin importar sincretismo, técnica, tesitura o composición y los que habitamos desde el lienzo, la memoria, el texto o la pantalla cinematográfica.

09. Cuando tenía cinco años, todo esto estaba sumergido en agua. Santiago Robles. 2020. Pintura al óleo sobre papel. 30 x 40 cm. Colección privada. México. 10. Espacios y momentos fugaces #6. Diego Aizpuru. 2022. Óleo sobre tela. 120 x 180 cm. Colección privada. México. 11. ¿Las montañas caminan? #4. Diego Aizpuru. 2022. Monotipo y grafito sobre papel de algodón. 38 x 48 cm. Colección privada. México. 

Estamos a prácticamente un siglo de que Walter Benjamin comenzara a teorizar sobre la transmisión de la cultura (alta o baja / periférica o centralista) y su fuerza primaria, hecho en sí de suma importancia en la operación de rescate y como un importante acto social. No porque la cultura o el arte en sí tenga el poder de cambiar lo establecido, sino porque la memoria histórica afecta de manera decisiva a la voluntad colectiva y política de cambio. 

El paisaje o paisajismo, más allá de la potencia estética que posea, desarrolla un método filosófico natural que bien podría ser señalado como una dialéctica de nuestra mirada hacia nosotros mismos o hacia la otredad. De igual forma, nos define como algo: cultura, nación, humanismo, sociedad o pura y llana naturaleza hecha de referentes y de constantes cambios que transformarán los paisajes que habremos de habitar en el futuro.

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[1] Fernando Fader (1882-1935). Pintor y dibujante argentino nacido en Francia, principal seguidor del impresionismo alemán en su país.
[2] Walter Bendix Schönflies Benjamin (1892-1940). Filósofo, crítico literario, traductor y ensayista alemán de origen judío. Su pensamiento recoge elementos del idealismo alemán o romanticismo, del materialismo histórico y del misticismo judío que le permiten hacer contribuciones perdurables e influyentes en la teoría estética y el marxismo occidental. Su pensamiento se asocia con la Escuela de Fráncfort.
[3] Eugenio Landesio (1810-1879). Pintor italiano, discípulo del húngaro Károly Markó, cuya trayectoria en México fue reconocida por su paso en la Academia de San Carlos y su influencia en la pintura de paisaje en exponentes como José María Velasco.
[4] Pelegrín Clavé y Roqué, en catalán: Pelegrí Clavé i Roqué (1811-1880). Pintor español, cercano al movimiento de los nazarenos.
[5] José María Velasco y Gómez-Obregón (1840-1912). Pintor paisa-jista mexicano.
[6] Serguéi Mijáilovich Eizenshtéin (en ruso: Сергей Михайлович Эйзенштейн, 1898-1948), más conocido como Serguéi Eisenstein, fue un director de cine y teatro soviético de origen judío. Su innovadora técnica de montaje sirvió de inspiración para el cine posterior.
[7] Dr. Atl, (1875-1964). Seudónimo del pintor y escritor mexicano Gerardo Murillo Coronado. Explorador, geólogo, filósofo, historiador, crítico de arte, político; apasionado de la vulcanología; estilista, doctor, profesor; caricaturista, ensayista y periodista.
[8] Manuel Álvarez Bravo (19021-2002). Fotógrafo y cineasta mexicano. Trabajó al lado del director de cine ruso Sergéi Eisenstein.
[9] Assunta Adelaide Luigia Modotti, conocida como Tina Modotti (1896-1942). Fotógrafa italiana, activista y luchadora social en México.
[10] Emilio Fernández Romo (1904-1986). Director cinematográfico, productor y actor mexicano.
[11] Gabriel Figueroa Mateos (1907-1997). Cinefotógrafo y director de fotografía mexicano, figura importante de la Época de Oro del cine mexicano.
[12] Luis Buñuel Portolés (1900-1983). Director de cine hispanomexicano. Ha sido ampliamente considerado por muchos críticos de cine, historiadores y directores como uno de los cineastas más grandes e influyentes de todos los tiempos.
[13] Rodrigo Prieto (1965). Director de fotografía mexicano.
[14] Alejandro González Iñárritu (1963). Cineasta, guionista, productor, locutor y compositor mexicano, ganador de cuatro premios Oscar.
[15] Alfonso Tiberio Cuarón Orozco (1961). Director, guionista, productor de cine, editor de cine y fotógrafo mexicano, ganador del premio Oscar al mejor director por Gravity (2013) y Roma (2018).
[16] Emmanuel Lubezki Morgenstern (1964). Director, productor y fotógrafo mexicano, ganador del premio Oscar en tres ocasiones, convirtiéndolo en el mexicano con mayor número de reconocimientos de la Academia, por su trabajo como director de fotografía en Gravity (2013), Birdman (2014) y El renacido (2015).
[19] Santiago Robles Bonfil (1984). Maestro en Artes Visuales por la Facultad de Artes y Diseño de la unam, estudió en la Art Students League de Nueva York y en las Clínicas para la Especialización en Arte Contemporáneo en Oaxaca, México.
[18] Diego Iván Aizpuru Parra (1995). Artista plástico y paisajista mexicano. Dentro de sus técnicas principales se encuentran la pintura al óleo, acuarela y el dibujo.
[19] El concepto de fantasmagoría, empleado por Walter Benjamin, no parece ser sino otro término para aquello que Marx denominó carácter fetichista de la mercancía, ”es el brillo del que se rodea la sociedad productora de mercancías”. Fantasmagorías son las ”imágenes mágicas” creadas a finales del siglo XIX.

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REFERENCIAS

[a] González Carbalho, José (1943). Fernando Fader. Editorial Poseidón. Buenos Aires, Argentina.
[b] Benjamin, Walter. (2005). Libro de los pasajes. Ediciones AKAL, Madrid, España.
[c] Buck-Morss, Susan. (1995). Dialéctica de la mirada. Walter Benjamin y el proyecto de los Pasajes. Editorial Visor. Madrid, España.
[d] Romero De Terreros, Manuel. (1959). Los descubridores del paisaje mexicano. Artes de México. Volumen V (No. 28), 3-7.
[e] Guzmán Aguilar, Fernando. (2020). José María Velasco: del rebozo al paisaje. Gaceta UNAM. Disponible en: https://www.gaceta.unam.mx/jose-maria-velasco-del-rebozo-al-paisaje/ 
[f] Mendoza, Christian. (2022). José María Velasco y la colonización del paisaje. Arquine. Disponible en: https://arquine.com/jose-maria-velasco-y-la-colonizacion-del-paisaje/  
[g] Tuñón, Julia. (2003). “Sergei Eisenstein en México: recuento de una experiencia”. Historias (No. 55 mayo – agosto), 23-40. Disponible en: https://www.estudioshistoricos.inah.gob.mx/revistaHistorias/wp-content/uploads/historias_55_23-40.pdf  
[h] Poniatowska, Elena. (1999). La mirada que limpia. Gabriel Figueroa. Editorial Diana. Ciudad de México, México. 
[i] Corona Mx. (2023). Que el mundo vea a México como es, sin filtros. Youtube. Disponible en: https://youtu.be/RmB6bR9Vf4s 
[j] Barragán, Christian. (2022). La historia no termina aquí porque sabemos que no se acaba nunca. Santiago Robles. Disponible en: https://www.santiagorobles.info/la-historia-no-termina-aqui-porque-sabemos-que-no-se-acaba-nunca/ 
[k] Palacio de la Escuela de Medicina. (2024). El umbral y la memoria. Diego Aizpuru. Diálogos | con la colección / con el artista. Fascículo 4.