PIRATERÍA Y CONOCIMIENTO EN TIEMPOS DE FÚTBOL

por | NÚMERO DOS

JAVIER MORO HERNÁNDEZ

 

Durante la pasada Copa América de fútbol realizada en los Estados Unidos de América en el mes de junio, se desató un escándalo en Argentina, cuando la justicia de aquel país decidió realizar una redada en contra de empresas IPTV, que ofrecían canales de televisión ilegales, en donde se podían ver los partidos de la selección argentina. Ya sabemos lo que implica para los argentinos el fútbol, y lo que significa no poder ver los partidos de su selección.

Una nota del periódico El Clarín, enunció: “La Justicia argentina cargó este miércoles contra los sitios que piratean transmisiones de fútbol para ofrecerlas gratuitamente. Tras un operativo en Mendoza, se ordenó bloquear más de 50 dominios de Fútbol Libre y los de Megadeportes, cuyo creador fue detenido.”1

Estas medidas se implementaron también en España en contra de estos canales en medio de la Eurocopa de fútbol. Sin embargo, fue en Italia en donde las medidas judiciales han sido cada vez más agresivas en contra de los prestadores de servicios de internet.

Según otra nota del periódico El Español

Las IPTV están siendo perseguidas en España y Europa, especialmente aquellas dedicadas a la emisión de partidos de fútbol sin licencia. Después de años en los que otros métodos eran los preferidos de los piratas, las IPTV han ganado mucho protagonismo en muy poco tiempo; y eso está resultando en arrestos y condenas por ofrecer IPTV pirata.2

Pero ¿qué son las IPTV y por qué ahora se está dando esta persecución? Según la página Selectra, es Internet Protocol Television o televisión por protocolo de Internet, el sistema para ver canales de televisión a través de Internet. Es parecido al protocolo que tienen las plataformas de streaming, o servicios de OTT (over the top), como Netflix, Amazon Prime o HBO.3

 

Estamos viviendo una época en donde la libre circulación de ideas y productos culturales se restringe cada vez más. El fútbol es solo un pequeño ejemplo. Un ejemplo tal vez cotidiano y superficial. Pensemos que en la década de los años noventa del siglo pasado, y principios de este siglo, solo era necesario tener una televisión conectada al sistema abierto para poder ver los partidos de la liga local y la de los torneos internacionales más importantes. Es decir, casi cualquier persona podía seguir estos eventos. Poco a poco, los sistemas de cable se hicieron más populares y las personas empezaron a pagar para poder ver sus programas de tele abierta en esos sistemas, por lo que los equipos de fútbol decidieron vender los derechos de transmisión a los diferentes sistemas de cable.

Cada vez es más complicado seguir en televisión abierta los partidos de tu equipo favorito. Ahora, en los mundiales, solo puedes seguir los partidos de la selección nacional y unos cuantos más de equipos pequeños, porque los sistemas de cable decidieron que los partidos se transmitirán a través de plataforma de Pago por Evento. Es decir, cada vez resulta más costoso acceder a un juego que hace unos años se podía observar de manera más o menos sencilla.

Con el cine y las series pasa algo similar: tienes que pagar cada vez más para acceder a plataformas de streaming cada vez más cerradas para poder acceder a cine de “calidad”, o ir a las salas de cine, que por lo menos en México, son solo de dos grandes cadenas que priorizan el cine comercial. No entremos a hablar de las dagas, porque ahora parece que la creatividad de los grandes estudios norteamericanos se secó y se quedaron en The Avengers et al.

También en estos meses se anunció el cierre de la web Internet Archive, que era una biblioteca digital, gestionada por una ONG sin ánimo de lucro, dedicada a la preservación de archivos que durante la pandemia por COVID19 anunció la creación de la Biblioteca Nacional de Emergencia, que elimina las restricciones de préstamos de 1.4 millones de libros digitalizados en su biblioteca abierta, pero limitando a los usuarios la cantidad de libros que podían sacar. En el lanzamiento, Internet Archive permitió a los autores y titulares de derechos presentar solicitudes de exclusión voluntaria para que sus obras se omitieran de la Biblioteca Nacional de Emergencias. Sin embargo, un grupo de cuatro grandes editoriales norteamericanas demandó a la web en 2020.

Los demandantes, apoyados por Copyright Alliance, afirmaron que las acciones de Internet Archive, constituían una “infracción masiva intencionada de derechos de autor”. A mediados de junio del presente año, la Corte de Distrito del Sur de Nueva York emitió una orden final en el juicio de cuatro grandes editoriales (Hachette, Penguin Random House, Wiley y HarperCollins) en contra del sistema de préstamos digital de Internet Archive.

El mandato judicial establece que los demandantes notificarán al sitio sobre los libros que tienen comercialmente disponibles para que sean retirados de forma expedita del sistema de préstamo. Este mandato judicial obligó a retirar medio millón de libros digitalizados de la plataforma. Según la ONG R3D, esto representa “un duro golpe para el acceso al conocimiento y la cultura de millones en todo el mundo, al privar de cientos de miles de obras a las personas usuarias, quienes encontraban en Internet Archive un gran acervo de libros de acceso libre que beneficiaba a estudiantes, amantes de la literatura y académicos.”4

 

Ilustración César Cortés Vega

Actualmente, la decisión está siendo apelada en tribunales, esperando que el proyecto pueda volver a tener estas obras disponibles en préstamo controlado. Sin duda, Internet dejó de ser una tierra de nadie, como la definieron hace ya varios años algunos de los primeros programadores, en donde el libre intercambio de documentos, archivos y productos culturales era el pan de todos los días. Internet se ha convertido lenta, pero inexorablemente, en una tierra fraccionada, con grandes rascacielos y enormes fraccionamientos, cada vez más vigilados, y en donde cuesta más entrar.

Las plataformas de streaming, los pagos a los periódicos y revistas, el acceso cada vez más restringido y cada vez más vigilado, hace que justo la piratería se convierta en una opción. Pero lo cierto es que para ello se necesita cierto conocimiento técnico. Sin embargo, a últimas fechas, incluso las páginas de Torrent empiezan a cobrar para permitir su uso y así poder ver y/o descargar series y películas. Internet es un mundo cada vez más exclusivo, cada vez más caro, cada vez más difícil de acceder. Es por eso que las páginas de libre distribución se convierten en una amenaza a las que hay que perseguir.

En México tuvimos recientemente el caso de la página de La Pirateca, que se dedicaba a escanear y a subir en formato PDF libros de poesía mexicana. Tuvieron el acierto de digitalizar varias obras del poeta Abigael Bohórquez, ya fallecido, lo que provocó la ira de las editoriales del estado de Sonora, que tenían los derechos reservados de la obra. A partir de eso, se inició una campaña en contra de la página, la cual, se rumora, continúa existiendo en los bajos fondos del Internet mexicano.

La digitalización y la libre distribución de la obra de Bohórquez encendieron las redes y la polémica escaló: “propiedad intelectual” versus “libre circulación de la obra”. Los grandes consorcios editoriales aplicaron todo su poder para tratar de imponer su visión económica y de negocio sobre la producción y la distribución de libros en nuestro país.5

Al historiador norteamericano, Robert Darnton, le llevó cuarenta años de investigación realizar su libro (ya clásico) Edición y Subversión. Literatura clandestina en el antiguo régimen, publicado en español por el Fondo de Cultura Económica (FCE). Un libro que aborda cómo la edición y la distribución de libros prohibidos y censurados de La Ilustración por la monarquía francesa, serían una de las influencias esenciales de la Revolución Francesa.

La piratería generada por distintos impresores y editores distribuidos a lo largo de las fronteras de Francia con Holanda y Suiza, permitirían que los libros prohibidos fueran leídos y compartidos por la pequeña y la alta burguesía, no solo de París sino de las ciudades de provincia, provocando que el malestar político y económico encontrara un programa político y filosófico en la voz de los escritores de la Ilustración, que como todos sabemos, buscaba generar una discusión y una reflexión sobre el sistema de organización política, y que se convertiría en un terremoto que cambiaría la conformación del mundo occidental.

Como nos dicen Pablo Avilés y Manuel Suárez sobre el historiador norteamericano

La extendida piratería condujo a cuatro transformaciones importantes: la democratización de la cultura, la difusión de las Luces, la aparición de los superventas y la de los libros filosóficos (livres philosophiques). La difusión del pensamiento ilustrado por estas vías socavó las condiciones imperantes en el Antiguo Régimen. En efecto, la piratería puso a circular en el mercado libros más baratos y con materiales menos costosos, lo que permitió iniciar la producción en masa. Además, el grueso de la producción provenía de una región que Darnton identifica como el “Creciente Fértil de la piratería editorial”; una zona que va desde Ámsterdam hasta Suiza, pasando por Bruselas y la Renania donde, a diferencia de París, no había un control estatal de la corporación editorial y sí un ávido público lector al que se le podían surtir lecturas más baratas (Aviles et. al, 2021).6

“Todo el universo conocido está gobernado por los libros”, decía Voltaire, algo que podemos atestiguar en el mundo contemporáneo. Sin embargo, ¿qué sucede cuando al mundo le cuesta, cada vez más, acceder al conocimiento y cuando los productos culturales se están conformando más como entretenimiento que como un producto cultural que lleve a la reflexión?

Por supuesto, para los lectores siempre queda la opción de la piratería de libros físicos, una industria que se mantiene sana. Aun así, en nuestro país, los libros más pirateados son, casi siempre, libros de autoayuda, libros “escritos” por famosos del mundo de la farándula, novelas juveniles o algunos clásicos que pueden venir a salvarnos.

Otra cuestión que está presente es la desigualdad al acceso de obras contemporáneas que, finalmente, marcan ciertas tendencias culturales y sociales. Sabemos que los conceptos, que las ideas circulan, pero mientras más costoso sea acceder a los circuitos culturales, se ahondará las desigualdades culturales que se han construido al interior de las distintas comunidades artísticas y culturales.

Estamos inmersos en una época más neoliberal, más individualista, en donde acceder a la cultura se ha vuelto más complejo, hay que decirlo. Ante eso, la piratería se convierte casi en un acto de fe, en una actitud ante la vida. Los miembros del colectivo de La Pirateca (por llamarlos de alguna manera), comentaban que la idea de escanear los libros y subirlos a una red para compartirlos es parte del derecho al conocimiento.

Muchos de nosotros no podemos acceder a las novedades de los grandes grupos editoriales, pues sus precios se han vuelto prohibitivos. ¿Qué nos queda? Buscar en formatos libres. ¿Es eso ilegal? En este momento sí. Por otra parte, también en este momento no se ha iniciado aún la persecución de los consumidores, algo que, por ejemplo, en el caso de las IPTV en España ya se esgrime como una amenaza, es decir, ya no solo se va a ir detrás de los que prestan el servicio, sino también de los consumidores.

¿Llegará el día en que la descarga de un PDF implique un castigo? Yo esperaría que no, pero no podemos olvidar que en la Alemania nazi se prendieron hogueras para quemar libros, y en algunos estados de los Estados Unidos se están prohibiendo ciertos libros, entre los que podemos encontrar la novela Ojos Azules de la ganadora del Premio Nobel de literatura Toni Morrison.

Desde hace unos años se habla de la concentración del mercado editorial en unos cuantos grandes grupos. A esto debemos sumar la dictadura del algoritmo y la concentración de la producción de series y películas en unas cuantas plataformas, lo que nos deja un mundo cada vez más cerrado, más concentrado, y con más candados para evitar que el grueso de la población acceda a los productos culturales.

Aquí debo señalar que ya extraño a los vendedores de CD piratas que estaban afuera de la Cineteca. ¿A dónde se va ese cine? ¿Dónde se puede ver todo ese cine? En el caso de la industria editorial, lo que vemos también es una concentración y una disminución de la oferta de autores, de novedades, concentrada en unas cuantas manos. Pero como dicen los compas zapatistas, otro mundo es posible y, tal vez, otro mundo editorial también es posible. Sin duda, la piratería sigue siendo una opción, quizá más, una necesidad.

Ilustración César Cortés Vega

 

Referencias

Avilés, P. y Suárez M. Robert Darnton y la historia de los editores piratas. Revista Nexos, febrero 16, 2021. En https://cultura.nexos.com.mx/robert-darnton-y-la-historia-de-los-editores-piratas/

Darnton, R. (2024). Piratería y edición. El comercio del libro durante la Ilustración. Fondo de Cultura Económica.

 

Notas 

[1] https://www.clarin.com/deportes/justicia-bloqueo-50-sitios-ofrecian-transmisiones-pirata-partidos-futbol-vivo_0_YOrE5WJvm9.html

[2] https://www.elespanol.com/elandroidelibre/noticias-y-novedades/20240410/golpe-iptv-ver-futbol-gratis-bloqueo-masivo-paginas-servicios-pirata/846665685_0.html

[3] https://selectra.es/internet-telefono/que-es/iptv

[4] https://r3d.mx/2024/06/20/internet-archive-retira-medio-millon-de-libros-digitales-debido-a-demanda-de-grandes-editoriales/

[5] https://corrientealterna.unam.mx/cronica/la-pirateca-escanear-libros-acto-de-amor/

[6] https://cultura.nexos.com.mx/robert-darnton-y-la-historia-de-los-editores-piratas/